Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1882-1883 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 26 de junio de 1883
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 141, 3405-3406
Tema: Presupuestos generales del Estado para 1883-1884

El Sr. PRESIDENTE: El Sr. Presidente del Consejo de Ministros tiene la palabra.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): He pedido la palabra para ver si desembarazo del peso penoso y la gran responsabilidad que creen haber echado sobre sus hombres el Sr. Canalejas y los demás individuos de la Comisión parlamentaria que ha entendido en los proyectos presentados por los Sres. Loygorri y Leygonier, suponiendo que de haber creído que el Sr. Ministro de Marina no iba a presentar su proyecto, hubieran dado su dictamen, lo habrían aprobado las Cortes, y a estas horas se estaría organizando la marina y dentro de poco tendríamos una flota magnífica sobre los mares.

Pues no, Sr. Canalejas; esté S. S. tranquilo; de cualquier modo no hubiéramos tenido más que el buen deseo de S. S., que si es igual, no es superior al del señor Ministro de Marina y al de todos los demás Ministros que constituyen el Gobierno, porque por lo menos tanto como S. S. deseamos todos la organización de la marina, que consideramos indispensable, dada nuestra situación geográfica, dada nuestra historia y dado nuestro porvenir.

¿Para qué dar al asunto mayores proporciones que las que en realidad tiene? El Sr. Canalejas se ha lanzado a los espacios imaginarios para hacer consideraciones de las cuales parece como que S. S. sacaba la marina ya organizada, sin tener en cuenta que para eso se necesita dinero, dinero y dinero, sin lo cual no hay proyecto, ni armada, ni planes del Sr. Loygorri, ni del Sr. Leygonier, ni de S. S., por más que S. S. se haya dado a las ciencias militares, lo mismo de mar que de tierra. No basta el buen deseo; y como la cuestión es de números, es sencillísima y debemos hablar en el lenguaje que conviene cuando se trata de número y de presupuestos.

Llega este Gobierno; se hace la conversión de la deuda, conversión que es aplaudida por todo el mundo; no hay Diputado, ni Senado, ni siquiera un buen español que no quiera que la atención de la deuda sea preferente. Pues bien; esa conversión produce un aumento grande en el presupuesto de gastos. Los ingresos no se obtienen con buen deseo solamente, y resulta que este Gobierno, además de ese aumento considerable de millones con la conversión de la deuda, tiene que aumentar los gastos por la nueva organización de las fuerzas de tierra y por la nueva organización de los tribunales, y además de esto se quiere que se nivelen los presupuestos y se organice la marina, lo cual ha de ocasionar un gasto extraordinario. Esto es imposible.

Para todo esto se necesita dinero, y el Sr. Ministro de Hacienda dijo: hasta aquí llegó; basta con que ahora se consigne en el presupuesto el aumento de la deuda, el aumento de la organización de las fuerzas del ejército, el aumento de la organización de los tribunales; dejad el aumento de la marina para otro año. ¿Y es mucho pedir esto? Llegó el Sr. Ministro de Marina, y no es posible encontrar mayor celo, mayor energía ni más firme voluntad para luchar como él ha luchado un día y otro día con el Sr. Ministro de Hacienda en el Consejo de Ministros para llevar a cabo su pensamiento y su plan. (El Sr. Canalejas: Pero fue vencido.) ¡Pues no faltaba más! Como hemos sido vencidos todos. Si no hay dinero, ¿qué habíamos de hacer? ¿Lo da S. S.? Pues si no lo da, ¿cómo se organiza la marina? ¿Fue vencido el Sr. Ministro de Marina? No podía menos de serlo, porque no hay medio para realizar su plan. El señor Ministro de Hacienda decía: hay que aumentar muchos millones; y bueno es tener en cuenta que hasta hace poco los presupuestos estaban en déficit.

Se quiere que se haga desaparecer el déficit, lo cual significa un gasto; se quiere además que se pongan los aumentos de la deuda y los demás de que antes se ha hablado; pues esto ha de tener un límite, y lo puso el que tiene los cordones de la bolsa, el señor Ministro de Hacienda. ¿Íbamos a luchar con un imposible, Sr. Canalejas? Bastante hacemos, y no es poco, con poder traer al presupuesto esos aumentos y con no tener déficit. Hace poco tiempo os hubierais contentado con que el presupuesto se hubiera nivelado, aunque no hubiera tenido aumento alguno en los gastos; ahora os parecen escasos todos los aumentos.

Al poco tiempo de ser Ministro el Sr. Rodríguez Arias, nos habló de su pensamiento y de la necesidad que según él había de realizarlo lo antes posible; se le dijo naturalmente que lo estudiara y que lo presentara al Consejo de Ministros; lo estudió, lo presentó, lo examinamos detenidamente, y lo encontramos, dadas las circunstancias del país, perfecto, en cuanto pueden ser perfectas las obras de la humanidad; pero al lado del plan traía, como es natural, la cifra necesaria para desarrollarlo, y aquí empieza la dificultad, porque los planes, Sr. Canalejas, necesitan todas esas condiciones.

Yo no he visto el plan del Sr. Leygonier; pero si el Sr. Leygonier no ha presentado al lado de su plan la cifra, le digo que su plan no es bueno ni es malo, no sé lo que es, no me importa saberlo; pero no es un plan, porque no es plan aquel que no tenga al lado el medio de realizarlo. El mejor plan de marina en absoluto, ¿sabe S. S. cuál sería? Pues se lo voy a decir.

Inglaterra ha tenido en muchas ocasiones, por mucho tiempo, y aun tiene, la pretensión de contar ella sola una marina superior a las marinas juntas de todas las demás Naciones. (Un Sr. Diputado: Hoy no la tiene.) Bien, no la tiene; por eso he dicho que en muchas ocasiones ha tenido esa pretensión, y no se puede negar que en muchas ocasiones también ha conseguido su propósito.

Pues bien; considerada esta cuestión en absoluto, ¿había cosa mejor que pretender que España tuviera dentro de cuatro o cinco años una marina superior a la de Inglaterra y a la de todas las demás Naciones juntas? Pues eso, con ser en absoluto lo mejor, sería un absurdo. (El Sr. Martos: Pensar en eso sería pensar en una tontería.) Precisamente; por eso digo que sería un absurdo, una tontería. Si pues no puede hacerse eso; si pues sería un absurdo el pensar en tener una marina superior a la de todas las demás Naciones, hay que tratar de hacer, no mejor, sino lo que sea bueno y adecuado para nosotros, teniendo en cuenta las necesidades más apremiantes del país, dada la situación en que se encuentra, y al mismo tiempo la carga que se impondría al país, dadas las condiciones, los medios y los recursos con que cuenta. No basta, pues, presentar un plan; es preciso presentar a su lado los medios de realizarlo.

Pues bien; el Sr. Ministro de Marina presentó su plan y los medios de realizarlo, y dados lo medios y recursos con que el país cuenta, dadas las condiciones marítimas que la Nación tiene, ese plan nos pareció excelente; pero como hubiera aumentado considera- [3405] blemente los presupuestos, que ya lo estaban por los gastos de que antes he hecho mención, el Sr. Ministro de Hacienda dijo: es de todo punto imposible hacer desde luego ese gasto, porque produciría un gran déficit en el presupuesto. Esta ha sido ni más ni menos la cuestión; de aquí ha nacido toda la dificultad. Dijimos, pues: toda vez que el presupuesto está nivelado; toda vez que no puede llevarse desde luego adelante ese plan por el gasto que había de ocasionar; toda vez que esta cuestión de la marina se puede aplazar, aunque por muy poco tiempo, nos proponemos nosotros aplazarla; sigamos con el presupuesto presentado por el anterior Sr. Ministro de Marina, cuidando de invertir las cantidades de este mismo presupuesto de modo que vayan correspondiendo a ese plan, sin perjuicio de incluir en el presupuesto próximo y en los que le sigan los aumentos necesarios para que lo que todos deseamos pueda realizarse en un corto número de años.

Resulta, Sres. Diputados, que el principio de la realización del plan del Sr. Ministro de Marina no se retrasa sino seis u ocho meses. Pero cuando llegue el caso de empezar a realizar este plan, traeremos a su lado los medios y recursos necesarios, los medios y recursos seguros y permanentes para realizar su plan; porque si así no lo hiciéramos, habríamos dado un chasco al país y habríamos dado lugar también a que se retrase la realización del pensamiento del Sr. Ministro de Marina.

Estoy de acuerdo con el Sr. Canalejas en cuanto a los deseos que le animan de reorganizar nuestra marina; pero debe S. S. estar persuadido que colocado en el puesto del Sr. Ministro de Marina, no habría hecho más de lo que el Sr. Ministro de Marina ha efectuado, porque tampoco aventaja S. S. al Sr. Ministro de Marina y al Gobierno todo en deseos y finísima voluntad de regenerar y de reconstituir la marina española.

Pero el Sr. Canalejas hubiera tropezado, como ha tropezado el Sr. Ministro de Marina, con la dificultad material de la falta de recursos para realizar ese grandioso pensamiento inmediatamente, desde hoy; y ese mismo retraso da la seguridad de que esa reconstrucción de la marina podrá empezar en el presupuesto que viene, y seguir hasta su completa terminación. Los Sres. Diputados pueden presentar todos los planes imaginables; pero el Gobierno tiene que presentar planes realizables, trayendo al lado del plan los recursos para llevarlo a cabo. Esto lo hemos de hacer en el presupuesto inmediato y en los sucesivos, y ya verá el señor Canalejas cómo satisfacemos por completo sus aspiraciones, y entre tanto no se hará nada en Marina con el presupuesto actual sin que vaya encaminado en el sentido y en la dirección del plan que ha aceptado el Consejo de Ministros.

Yo me alegraría de que el Sr. Canalejas, calmando un poco sus impulsos patrióticos, se hiciera cargo de estas observaciones justísimas, que lo son, porque nacen de la posibilidad de las cosas, de la realidad de las cosas, que muchas veces crea obstáculos insuperables, que los toca, no el que desea una cosa, porque el deseo nunca encuentra vallas, sino el que tiene que practicarla. Deténgase S. S. también en los mismos obstáculos en que se han detenido el deseo del Sr. Ministro de Marina y la voluntad del Gobierno, que es la misma que la de S. S. en este punto, y todos de acuerdo tratemos de realizar el plan cuanto antes lo permitan nuestras intenciones financieras, que será en el presupuesto próximo, y no crea S. S. que no hay que hacer para ello un gran esfuerzo después de los muchos que se han hecho en el terreno económico, nivelando los presupuestos y atendiendo a obligaciones ineludibles. Es bastante por este año.

No queremos hacerlo todo en un día para que todo se desbarate. Marchemos al paso de la posibilidad, y la posibilidad verá S. S. cómo está al lado del Sr. Ministro de Marina y del Gobierno; que en estas cosas no hay partido ni opiniones, sino el deseo de colocar a este país a la altura que merece, no sólo por su brillante historia, sino más quizá que por eso por sus tristes desdichas. [3406]

 



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